Me llama la atención lo poco que se entiende esta pena en general, sobre todo por parte de los que nunca han tenido animales de compañía.
Yo siempre he tenido animales pero hasta el 2000 que llego Chusky (la primera de mis dos gatas) a casa no había tenido más que periquitos, tortugas, peces, hamsters.... cada vez que se moría alguno lloraba desconsolada pero pensaba que lloraba porque era una niña y era infantil llorar por la pérdida de un animal puesto que al resto de mi familia no les afectaba (y yo era la pequeña). Me quedé siempre con ese concepto: "Llorar la pérdida de un animal es infatil, no es importante un animal", creo que es lo que la sociedad transmite y no ayuda nada.
Whisky |
Poco a poco empecé a entender que mi llanto no era infantil, era un llanto adulto por la pena que supone pérdida de un ser querido que ha sido tu compañero durante muchos años con forma de animal y además era una pena real de la cual no debía avergonzarme.
Chusky |
Este año (2014) ha muerto Chusky, ha sido golpe fortísimo pero muy bien amortiguado, me explico: Carlos (mi amor), que nunca había entendido esa pena, vivió muy de cerca la enfermedad de Chusky y por supuesto sufrió su pérdida. Él, además de hacerme ver cuándo debía dejar marchar al animal (decisión muy difícil de tomar por parte del dueño de la mascota), pasó su pena y su duelo, dos cosas que ambos compartimos con el otro comprendiendo nuestras penas y llantos. Ninguno de los dos miraba al otro como si fuera un niño llorando por algo sin importancia, no, nos mirábamos y apoyábamos como adultos pasando por un proceso de adaptación a una nueva etapa sin la que ha sido nuestra compañera, un cambio muy importante en nuestras vidas.
Llorar la pérdida de un animal es normal, no es infantil y tiene importancia.
Dedicado a todos mis amigos animaleros.
SARA.
Bueno, yo sí había sentido esta pena, pero nunca antes por un gato. Para mí los gatos compartían categoría con peces, hámsters y tortugas.
ResponderEliminarContigo he aprendido lo mucho que aportan los gatos. Porque están siempre ahí, y cuando te quieres dar cuenta no quieres perderlos.