jueves, 3 de julio de 2014

NUESTROS QUERIDOS ANIMALES

Hace tiempo que no escribo en el blog porque no tenía mucho que decir. Ahora si, llevo un año y pocos meses con un tema que ronda mi cabeza y es la pena por la pérdida de tu mascota.

Me llama la atención lo poco que se entiende esta pena en general, sobre todo por parte de los que nunca han tenido animales de compañía.

Yo siempre he tenido animales pero hasta el 2000 que llego Chusky (la primera de mis dos gatas) a casa no había tenido más que periquitos, tortugas, peces, hamsters.... cada vez que se moría alguno lloraba desconsolada pero pensaba que lloraba porque era una niña y era infantil llorar por la pérdida de un animal puesto que al resto de mi familia no les afectaba (y yo era la pequeña). Me quedé siempre con ese concepto: "Llorar la pérdida de un animal es infatil, no es importante un animal", creo que es lo que la sociedad transmite y no ayuda nada.

Whisky
En mayo del año pasao (2013) murió mi gatita Whisky, lo pasé fatal y ni siquiera yo misma entendía que pudiera tener tanta pena y no paraba de llorar. Se me juntaron varios sentimientos: La pena y la culpa por llorar esa pérdida y eso agrava aun más tu situación personal. Lo que más me ayudó y me salvó fue ver las reacciones de la gente conmigo entendiendo el problema, algo que nunca me había sucedido: Gente adulta entendiendo y consolando el llanto de otra persona adulta en un tema de animales.

Poco a poco empecé a entender que mi llanto no era infantil, era un llanto adulto por la pena que supone pérdida de un ser querido que ha sido tu compañero durante muchos años con forma de animal y además era una pena real de la cual no debía avergonzarme.

Chusky

Este año (2014) ha muerto Chusky, ha sido golpe fortísimo pero muy bien amortiguado, me explico:  Carlos (mi amor), que nunca había entendido esa pena, vivió muy de cerca la enfermedad de Chusky y por supuesto sufrió su pérdida. Él, además de hacerme ver cuándo debía dejar marchar al animal (decisión muy difícil de tomar por parte del dueño de la mascota), pasó su pena y su duelo, dos cosas que ambos compartimos con el otro comprendiendo nuestras penas y llantos. Ninguno de los dos miraba al otro como si fuera un niño llorando por algo sin importancia, no, nos mirábamos y apoyábamos como adultos pasando por un proceso de adaptación a una nueva etapa sin la que ha sido nuestra compañera, un cambio muy importante en nuestras vidas.

Llorar la pérdida de un animal es normal, no es infantil y tiene importancia.

Dedicado a todos mis amigos animaleros.

SARA.  

1 comentario:

  1. Carlos el hormigo3 de julio de 2014, 9:57

    Bueno, yo sí había sentido esta pena, pero nunca antes por un gato. Para mí los gatos compartían categoría con peces, hámsters y tortugas.
    Contigo he aprendido lo mucho que aportan los gatos. Porque están siempre ahí, y cuando te quieres dar cuenta no quieres perderlos.

    ResponderEliminar